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Sunday Message

 

THIS SUNDAY’S WORD OF GOD
January 19, 2025

Last week’s Gospel told of Jesus’ baptism, when the Father revealed to all those present that Jesus was the Son of God.  Today’s Gospel tells of Jesus’ first miracle, changing the water to wine at a wedding banquet.  John calls his miracles signs, for they reveal Jesus’ divinity to everyone who witnesses the event.  Here, John immediately points out that his disciples respond with faith.  As this was Jesus’ first sign, this is when they begin to believe.  All these centuries later, may listening to Jesus’ wondrous deeds yet again strengthen our faith as well. 

 

In today’s first reading, Isaiah celebrates a transformed Jerusalem; what had been forsaken and desolate is now delightful and–foreshadowing the Gospel–espoused.  Paul tells the Corinthians that the Holy Spirit transformed each and every one of them, thought in different ways.  Finally, in the Gospel, Jesus transforms water to wine, saving the newlyweds from terrible embarrassment.  May we never overlook God’s power to transform our lives. 

 

LA PALABRA DE DIOS DE ESTE DOMINGO
19 de enero de 2025

El Evangelio de la semana pasada habló del bautismo de Jesús cuando el Padre le reveló a todos los que estaban presentes que Jesús era el Hijo de Dios.  El Evangelio de hoy nos cuenta sobre el primer milagro de Jesús cuando cambió el agua en vino durante un banquete de bodas.  Juan llama signos a los milagros de Jesús, pues revelan la divinidad de Jesús a todos los que presencian el suceso.  Aquí Juan señala inmediatamente que los discípulos respondieron con fe.  Siendo éste el primero de los signos de Jesús, es aquí que los discípulos comienzan a creer Que el escuchar todos estos siglos más tarde acerca de las obras prodigiosas de Jesús, nos afiance también nuestra fe.

 

En la primera lectura de hoy Isaías celebra una Jerusalén transformada; la que había sido abandonada y desolada es ahora deleitable y –prefigurando el Evangelio– desposada.  Pablo le dice a los corintios que el Espíritu Santo los transforma a todos y cada uno de ellos, aunque de diferentes maneras.  Por último, en el Evangelio, Jesús transforma el agua en vino, ahorrándole a los recién  casados un bochorno terrible.  Que nunca subestimemos el poder de Dios para transformar nuestra vida.

    

 

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